
Como Lograr que tu Hijo Piense Mejor y Mas Rapido
Estudios clínicos y sociales han demostrado que el cerebro actúa mejor y más rápido, cuando se le ejercita, puesto que la rapidez mental depende no de la cantidad de neuronas que uno tenga, sino de las conexiones entre las mismas. Es como prepararse para una prueba de deportes: hay que prepararse y ejercitarse previamente. En el caso de pensar más rápido y mejor, lo hay que hacer es ejercitarse en pensar.
¿SE PUEDE ENSEÑAR A PENSAR?
En el curso Foundations of Teaching for Learning (Fundamentos de la Enseñanza para el Aprendizaje), dirigido por el profesor John MacBeath, de la Commonwealth Education Trust, se propone esta pregunta.
En lo particular, considero que a los niños se les debe estimular a pensar. Esto es, dado que imitan lo que ven desde pequeños, hay que ponerlos en situaciones donde como primer paso vean que los adultos a su alrededor piensan antes de hablar, reflexionan sobre lo que dicen, y realizan ejercicios de pregunta-respuesta de manera cotidiana, o conversaciones sin necesidad de alzar la voz o tener emociones negativas durante el intercambio. Luego, viene un segundo paso, en que naturalmente los niños se unen a las conversaciones, con temas adecuados a su edad. Para que este momento funcione bien, los adultos deben mostrar respeto ante las opiniones de los niños. En concreto, hay que:
- Mirar a los niños cuando estos hablan.
- Concentrarse en lo que los niños están diciendo, para poder responder o comentar en cuanto terminen de hablar.
- Valorar su opinión, pero sin excesos forzados (no aplaudir ni besarlos sólo por dar su opinión).
- Evitar censurar su respuesta, salvo en casos que realmente lo ameriten (por ejemplo si dicen que se llevaron un juguete sin pedirlo prestado, agredieron a un compañero, o insultaron a alguien).
- Evitar decirles o demostrarles que su respuesta ha sido pobre o incompleta.
- Evitar decirles lo que nosotros hubiéramos hecho en su lugar, a menos que nos lo pregunten.
Con una base así, los niños se sienten en confianza para dar su opinión una próxima vez, y como resultado pensar y reflexionar se les da de manera natural, sin que haya que enseñarles a hacerlo.

PENSAR Vs. MEMORIZAR
Ojo, que si se desea que los niños tengan, no mayor rapidez mental, sino rapidez para responder preguntas exactas dentro de un área específica, hay que tener bien claro que eso no es necesariamente habilidad mental, sino memoria.
En los colegios tradicionales suele haber mucha exigencia tácita para memorizar, ya que se enseñan temas precisos, y luego se hacen preguntas orales o escritas, en las cuales el maestro califica si el alumno ha retenido la información o no.
Si uno desea que su hijo o hija se vuelva experto en un tema específico, antes debe decidir si desea que su hijo realmente se especialice en ello, o si sólo desea que pase el examen con una nota alta.
Para una nota alta: Basta averiguar la personalidad del profesor y saber cómo ha calificado a sus estudiantes en oportunidades anteriores. ¿Pide definiciones exactas? ¿Le gustan las respuestas cortas o largas? ¿Le gusta que den ejemplos? ¿Se ciñe a lo dictado en clase o exige que los alumnos aporten algo? ¿Considera que lo dicho en clase son verdades absolutas, o admite que se le contradiga con fundamentos? Esta última pregunta es muy importante, ya que marca la diferencia entre estudiar del cuaderno y libro de la escuela, o buscar fuentes adicionales de información para estudiar y conversar en casa acerca del tema de estudio.

Para especializarse en un tema específico: El sistema de las conversaciones en familia sirve bastante bien para que el hijo o hija adquiera mayores herramientas de conocimiento en un tema específico. No se trata de memorizar, ni de que el hijo se enfrente a conceptos poco adecuados para su edad, sino que se trata de conversar, escuchar, reflexionar, y opinar, alrededor de un tema preciso. Esto permite que el hijo o hija aprenda que pueden haber contradicciones, que hay más de una teoría aplicable para solucionar problemas, y que, al haber más de un punto de vista acerca de la misma situación, pueden presentarse versiones distintas de lo mismo.
La especialización en un tema específico desde temprana edad, respetando el lenguaje del niño y su nivel de comunicación, es muy enriquecedora; pero puede ser un arma de doble filo si el objetivo familiar era que el hijo sacara una nota alta en un examen escolar. Por ejemplo: Si le preguntan a su hijo quién es Thomas A. Edison y el maestro sólo requiere que digan “Fue un gran inventor.”, tal vez su hijo reciba una mala calificación si en lugar de eso su hijo dijera “Fue un empresario que tomó las ideas de sus trabajadores para patentarlas como propias.” Me explico?
VER, PENSAR, IMAGINAR
Luego de trabajar con profesores y alumnos en diferentes partes del mundo, David Perkins propone algunas rutinas sencillas, para motivar que los niños piensen. Una de mis preferidas de sus rutinas, se centra en tres conceptos: VER, PENSAR, IMAGINAR.
Para ponerla en práctica, hay que plantearle unas preguntas sencillas a los niños:
- VER: ¿Qué ves? Hay que presentarle a niño una imagen, y atraer su atención hacia ella. Luego, hay que permitirle que la observe con atención, siempre atendiéndolo para evitar que pierda interés o se ponga a hacer otra cosa. Y hay que pedirle que nos describa lo que ve.
- PENSAR: ¿Qué piensas acerca de eso? Hay que motivar al niño a que nos de su opinión acerca de lo que ve. Por ejemplo, si ve objetos, que nos diga para que cree que se usan.
- IMAGINAR: ¿Qué te hace imaginar? Hay que pedir al niño que vaya un poco más allá de la imagen. Pedirle que complete el panorama más allá de lo que muestra la misma. Que suponga, que imagine, y que nos lo diga.
PASOS SIMPLES
A mi la rutina anterior me ha funcionado de maravilla. Aún antes de saber quién era David Perkins o en qué consistían sus rutinas.
En mi opinión, uno siempre puede hacer varias cosas a la vez, y un buen rato familiar puede transcurrir mientras tiene lugar una estimulante conversación con los hijos. Sólo hay que iniciarla.

Qué hacer?
Paso 1: Tomar un rato libre que se tenga, y salir a la calle con el hijo o hija. Puede ser la caminata hacia la panadería por la mañana, o los minutos antes de llegar al parque, o el recorrido en auto hacia la escuela.
Paso 2: Durante el recorrido, preguntarle al hijo o hija qué ve alrededor nuestro. Darle su tiempo, y no insistir enojado en que responda más, ni mejor. No se trata de un examen, sino de una conversación.
Paso 3: Preguntarle al hijo o hija qué cambiaría, de lo que ve alrededor. Dejarlo libre en sus opiniones, sin dirigirlas.

Paso 4: Finalmente, pedirle que diga por qué cambiaría esas cosas o situaciones. // Si, en cambio, el hijo o hija dice que no cambiaría nada, hay que preguntarle entonces qué es lo que más le gusta del escenario que lo rodea, y luego hacer preguntas que enganchan naturalmente unas a otras, o comentar anécdotas cortas que uno recuerde en temas similares. // Si el hijo o hija dice que no cambiaría nada, también se le puede preguntar por lo que menos le gusta, y ésto puede motivar a que cuente otras situaciones que no le hayan agradado en el pasado, o situaciones hipotéticas.
La conversación se da naturalmente luego de estas breves preguntas iniciales, sobre todo si uno cuida que ninguno de las dos tenga en las manos en ese momento un móvil o videojuego, o un libro.
30 PREGUNTAS PARA EJERCITARSE Y PENSAR MEJOR
Mike Fleetham, en su página The Thinking Classroom, propone como apoyo para el aula, 30 preguntas para ejercitarse mentalmente y pensar. Me parecen un interesante ejemplo y las pongo aquí a modo de ayuda.
1. ¿Qué? 2. ¿Por qué? 3. ¿Cuándo? 4. ¿Dónde? 5. ¿Cómo? 6.¿Es mejor que…? 7. ¿Tu que piensas? 8. Imagina que… 9. ¿Qué tal si…? 10. ¿Necesitas un poco de tiempo para pensarlo? 11. ¿Por qué no? 12. ¿Es peor que…? 13. ¿Cuáles son los hechos? 14. ¿Cómo te sientes? 15. ¿Cuáles son los problemas? 16. ¿Cuáles son los beneficios? 17. ¿Cuándo querrás pensar acerca de ésto? 18. ¿Cómo te gustaría aprender ésto? 19. ¿Puedes hacerlo de otra forma? 20. ¿Lo ves? 21. ¿Lo entiendes? 22. ¿Podrías enseñarle a otra persona ésto que has aprendido? 23. ¿Puedes usar esta misma idea en otra situación? 24. ¿Puedes separar el problema en partes más pequeñas? 25. ¿Puedes bailarlo, o cantarlo, o dibujarlo, o pintarlo, o escribirlo, o hacerlo? 26. ¿Cómo podemos resolverlo? 27. ¿Estás listo para aprender? 28. ¿Estás listo para pensar? 29. ¿Cómo te gustaría aprender? 30. ¿Cómo te gustaría pensar?

Al poner en práctica de manera regular estos ejercicios, se va motivando una mejor dinámica familiar, y también se ejercitan las neuronas, lo que hace que los hijos (y también los padres!) piensen con mayor claridad, y mayor rapidez, aunque no sea un resultado inmediato.
Espero que les haya servido el post!
Z.